Por Laura Garza
Francisco I. Madero recibió flores en su aniversario luctuoso número 111 por parte del presidente y su esposa en el interior del Palacio Nacional.
El mismo presidente que se califica de humanista junto con el grupo que lo adula, mandó colocar una ofrenda de flores frente al enorme cuadro enmarcado de hoja de oro del presidente Francisco I. Madero.
Los aduladores de público, como robots, como ovejas, como sin un poquito de humanidad, criterio y un mínimo juicio.
Todos mirando el rostro del presidente López Obrador que mira al cielo, que se viste de negro, que siente la admiración y el dolor. Su esposa con el rostro de quien acude al velorio y acompaña la pérdida de la historia mexicana, del sentimiento de su marido o qué se yo.
Los mismos que ocupan el Palacio Nacional, que gastan un presupuesto para un evento como este, pero que decide nunca dar el pésame a tantas familias mexicanas que pierden a sus seres queridos a causa de una mala estrategia de seguridad.
En un cuadro tan grande podrían caber muchos, más no todos de los que han muerto en sus años de gobierno.
Los recién migrantes masacrados en Sonora, los 5 jóvenes en Tlaquepaque que también fueron asesinados, los recién 11 candidatos que participarían en las elecciones de este año, los 17 muertos en Guerrero tras enfrentamiento de grupos de crimen organizado, los transportistas asesinados mientras hacían su trabajo.
Los jóvenes asesinados en Celaya los cual re victimizó, o los de Zacatecas. Tantos enfermos de cáncer que no recibieron sus tratamientos, tantas mujeres asesinadas y que incluso hasta han sido borradas de las estadísticas de feminicidios.
Ayer una familia de siete personas fue asesinadas a balazos en su propia casa en Veracruz.
Y hoy se conmemora una imagen, una foto, un pedazo de la historia que sí le gusta a él, y que invariablemente nos cuesta a todos.
El presidente más humanista es tan frívolo que no puede dar pésames ni siquiera vía redes sociales, mucho menos presenciales.
El presidente más humanista prefiere abrazarse solo que salir y abrazar a las familias que lo perdieron todo en Guerrero, por ejemplo.
Esta fotografía es una provocación para todos aquellos que han perdido a sus familiares durante su sexenio y no han recibido una mínima atención, no han sido escuchadas y ni mucho menos contadas.
Ese marco enorme de oro, enmarca al sexenio más sangriento que hemos tenido y peor aún, al presidente más negado a ver los verdaderos datos y a escuchar a la gente, o al pueblo, como él dice por temor a que lo insulten.
No vaya a ser.