La sociedad y el morbo

Por Laura Garza

Shopenhauer planteaba que mirábamos la violencia por el placer que nos genera someter a la voluntad a través de la mirada, es decir, por el morbo. 

Pero el morbo no siempre surge a partir de un acto violento, sino también amoroso o de una felicidad ajena a nosotros.

Lo que vemos nos atrae, y gracias a las redes sociales hemos aprendido a romper los límites de la privacidad, nos apropiamos de la intimidad de otros porque dentro de nuestra capacidad de decidir qué mirar y qué no, preferimos atestiguar lo ajeno para hacerlo nuestro.

Es interesante ver cómo surge una voracidad en las miradas de las personas alrededor de Taylor Swift y Travis Kelcey, tras coronarse los Chiefs de Kansas City en el Super Bowl LVIII en Las Vegas.

Como diría Sartori, el homovidens es el vidente morboso que vive atrapado por el deseo de mirarlo todo. Así todos alrededor suyo, así millones y millones de espectadores del juego y los seguidores de Taylor Swift. 

Las escenas posteriores al ganar el SuperBowl siempre siguen siendo en su mayoría cuadros repletos de hombres abrazándose unos a otros, playeras y gorras nuevas corriendo de una mano a otra,  y las pocas mujeres presentes suelen ser las esposas de jugadores que aparecen con sus hijos. En mis años de ver SuperBowls (algunos cuántos) no había visto una escena parecida a esta.

El juego siempre es un evento que hay que ver, y el show de medio tiempo es cuando acapara de todas las miradas de los que no les gusta el futbol americano, pero que saben que es un “must”.

Esta vez los más jóvenes se acercaron a la tele, estoy segura que por primera vez, muchas chavas (sobre todo) fans de Swift no solo siguieron juego tras juego de los Kansas, sino que fueron a dar al estadio pagando miles de dólares por si acaso se topaban con su estrella favorita.

Taylor Swift se ha convertido en el imán de las nuevas generaciones, y su helo de artista inalcanzable, millonaria y poderosa ha atraído la mirada de todas las edades.

Allí está la foto tomada por la fotoperiodista Caroline Brehman en Las Vegas, una escena para verla con el mismo morbo que la señora con el teléfono blanco, o la contemplación del señor de saco guindo y lentes negros.

El rostro de ilusión de la señora con chamarra blanca a la izquierda. Todos miran alrededor de manera natural, como si los conocieran, como si fueran sus amigos, sus familiares, sus muy cercanos.

Las redes sociales nos han acercado sin mucho límite a la vida de personas inalcanzables, que creemos ya ser parte de ellos, pero no es así. 

Nos volvemos consumidores de un negocio que no alcanzamos a entender. Miramos sin detenernos, queremos ser parte, queremos fotografiarlo o grabarlo para compartirlo y decir “yo los vi”.

Como fanática del deporte y del futbol americano, me parece absurdo tener más fotografías del beso de estos dos personajes que de otros jugadores celebrando el triunfo.

La sociedad y su morbo, que prefieren mirar las historias que los hacen populares en la charla con los amigos y en los post o videos en sus redes sociales con Likes y nuevos seguidores. 

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *