Por Laura Garza
Por más de cinco años nos hemos acostumbrado a ver al presidente de nuestro país señalar con su dedo y ordenar con el movimiento de sus manos durante sus conferencias mañaneras.
Hemos sido testigo de cómo un simple movimiento ha marcado una personalidad autoritaria, cerrada, dura, soberbia.
Usar el dedo, cerrar el puño, alzar el brazo en actitud de lucha pareciera una obsesión de los “líderes” populistas, por el simple hecho de querer controlar a la ciudadanía a través de la comunicación errónea.
¿A qué me refiero con errónea? A la desinformación constante para desviar la atención de lo que sí merece ser atendido. Es acarrear las miradas y llevar la mente de los ciudadanos a observar sus manos y la dirección de su dedo para solo mirar hacia él.
Lo cual me llevó a recordar lo que decía Maquiavelo: “El pueblo no quiere ser sometido ni oprimido por los poderosos, y los poderosos quieren someter y oprimir al pueblo; de estas tendencias opuestas nace en las ciudades uno de los tres efectos: principado, libertad o desorden.”
El populismo se ha permeado en nuestro país, cuando tan solo éramos testigo de él en países de América Latina. México perdió y se ha ido hundiendo por una “cuarta transformación” que solo ha maldecido a los más necesitados, a los más pobres, a los enfermos, a las mujeres, a los más vulnerables, a la libertad y a la democracia.
Claudia Sheinbaum quien ha sido una copia de pies a cabeza del idealismo y de la hiriente intención de mentirle a la gente por parte de Andrés Manuel López Obrador, retumba con el brazo alzado y el puño cerrado.

Foto: El País / Reuters / Henry Romero
Es una lástima que no tenga una voz aguerrida, ni un rostro que emanen algún tipo de emoción, porque de lo contrario, estaríamos ante una mujer que terminaría por sucumbir a las mentes más pobres y carentes de información para elogiarla y llevarla al poder absoluto de nuestro país.
Estoy segura que, las vísceras de la supuesta “izquierda” con la que se presenta Sheinbaum comienzan a agotarnos y fastidiarnos.
La amenaza constante, la violencia y la cerrazón de quien aprieta el puño tan fuerte que pareciera que va a golpear a alguien o a algo.
Qué hartazgo de ver cómo han tirado las verdaderas necesidades de una sociedad como la nuestra. La mujer que será próxima candidata a la presidencia representando a la 4T, utiliza la aberración de quien quiere más sin importar qué se lleva en el camino.
Por eso llega una mujer política como Xóchitl Gálvez y nos llena de esperanza de que esto puede acabar. Alguien que no manotea, que no hace que “su dedito” sea quien mande, dirija, insulte y amenace, que no cierra el puño, sino lo abre y lo extiende saludando a todos.
Buscamos a quien rompa la inercia de quienes se apoderaron de la democracia para después desecharla.
Ojalá elijamos en el 2024 una presidenta con un liderazgo auténtico y una comunicación política que incluya las palmas abiertas, con discursos desinteresados porque estamos agotados de esta gestión que señala, mata, calla y nos amenazan todos los días.