Por Laura Garza
El Papa Francisco llegó hace un par de días a Singapur como parte de su última y cuarta gira por Asia y Oceanía. A pesar de su estado de salud ha visitado Indonesia, Papúa Nueva Guinea y Timor Oriental.
Fueron más de 600 mil personas en Timor Oriental, que acudieron a un parque costero para ser parte de la misa del Papa, en el mismo lugar en donde el Papa Juan Pablo II estuvo hace 35 años.
La fe católica está y se mantiene en distintos países y en donde menos lo esperamos, como en los países asiáticos.
Singapur, considerado como uno de los países más desarrollados de Asia y de los más ricos y cosmpolitas, también tiene su lado oscuro en materia de derechos humanos.
Un país que se ha desarrollado gracias a la tecnología, una sociedad dinámica que apuesta por el cambio y la renovación constante.
A quienes vemos en la fotografía tomada por el fotoperiodista Edgar Su, están a la orilla de calle para esperar ver pasar al Papa Francisco en su llegada.
Quienes estuvimos así en la visita del Papa a México hace más de 8 años, sabemos que hay que estar con mucho tiempo de anticipación, estar de pie y esperar el momento conforme vaya acelerándose la gente de más adelante.
¿Por qué elegí esta imagen?
Porque me pareció de lo más llamativo observarlos a todos, sentir su emoción, pero no saber por dónde llegaría el papamóvil.
El acelere y el cúmulo de emociones pasan a velocidad en esa esquina. Mire a las mujeres y al señor de amarillo, después a la señora del frente lista para grabarlo, pero la sorpresa es que detrás de ellos están en las mismas posiciones.
Mire al fondo la mano de un hombre con traje y la cámara reflex alzada.
¿Para dónde mirar? ¿Por dónde es que va a pasar el Papa?
Quizá la esquina sea una curva que tomará la comitiva, y entonces al escuchar los gritos de uno, nadie quiere perder su encuadre perfecto y exclusivo.
Los teléfonos inteligentes y sus fantásticas cámaras nos han convertido en cazadores espontáneos que de manera urgente captamos y compartimos en redes sociales, y entonces en cuestión de minutos las imágenes captadas pueden circular en decenas de chats y cientos de contactos desconocidos.
La prontitud, la velocidad, la tecnología nos han modificado en la línea evolutiva, porque vemos a través de una pantalla y escuchamos lo que la corriente de la gente nos grita.
No decidimos por manera voluntaria de primera instancia, sino que esperamos el eco de los de adelante para nosotros hacer lo mismo.
Entonces ¿en dónde está el Papa?
Columna publicada Diario La Razón