Por Laura Garza
Hace seis días el presidente se atrevió a mostrar en una de sus conferencias mañaneras una resortera y unos balines, con los que supuestamente los normalistas para tirar la enorme puerta de Palacio Nacional.
La escena es difícil olvidar, pero los normalistas tomaron una camioneta pick up de la CFE para golpear una y otra vez la puerta de madera de uno de los costados de Palacio Nacional. Lo vimos todos, ningún elemento de la Guardia Nacional, ningún tipo de filtro de seguridad les impidió violentar la seguridad del mandatario.
El presidente dijo “Estos eran los que querían diálogo” y decidió reparar en una resortera que a simple vista y con un zoom en las fotografías captadas estaba totalmente nueva.
Hasta una piedra de río fue parte de los props que eligió para mostrarlos y generar un espacio de burla, más que el de un espacio de diálogo.
En la foto aparece el presidente estirando la resortera, con el rostro cerrado y victimizado. Un Jefe de Estado evidenciando la nula capacidad de su equipo de seguridad de poder contra restar a quienes utilizaron un objeto tan infantil como la resortera.
El uso de objetos como este, solo delatan sus barreras para dejar acercarse a la gente que le pide una cita, un momento de escucha, una solución; y en este caso a los padres de los 43 a quien les prometió les ayudaría a resolver las muertes de sus hijos.
En cambio, hoy a las afueras del mismo Palacio se presentó la señora Cecilia Flores para entregarle la pala con la que busca a sus hijos y fue retenida tras un filtro de seguridad y vallas. Nadie la abrió la puerta, nadie la atendió y el presidente decidió mandarle un mensaje durante su mañanera “Allí que me la deje”.
No agredió a nadie, no lanzó piedras a la puerta, ni a las ventanas, solo buscaba ser escuchada, como tantas veces lo ha hecho, junto con el resto de las madres buscadoras.
La foto de Cecilia, con el sol del amanecer golpeando su rostro, una blusa rosa y un sweater negro, con su mirada al horizonte con la esperanza incansable de una madre que desea encontrar a sus hijos.
Sin grilla alrededor, sin camionetas para tumbar la puerta, solo con una pala ya oxidada y despintada.
La diferencia de quien elige un “prop” o un accesorio inventado con el cual victimizarse, y un objeto tan doloroso como una pala que ha escarbado tantos terrenos, levantado tantas tierras sin encontrar ni un solo rastro de los dos hijos de Cecilia y más madres buscadoras.
El mismo Palacio, pero bloqueado. Una mexicana igual que todos los que buscan ser escuchados porque nadie les resuelve, nadie los escucha, nadie los ayuda, nadie les da una esperanza, se las buscan ellos.
“Tome el mando presidente” dijo Cecilia, pero lamentablemente nuestro presidente solo toma lo que le conviene, como una resortera, una piedra de río o un balín.