Por Laura Garza
La 4T ha alcanzado a la niñez y no precisamente como nos gustaría que fuera, porque en la educación las fallas y carencias van en aumento, las pruebas académicas lo demuestran. En materia de inseguridad, los pequeños siguen enfrentando una realidad dura, ruda y dolorosa, como la pequeña que vio cómo asesinaban a sus padres a balazos y ella con una bala en la pierna no paraba de pedir ayuda en la carretera.
La 4T dejará marcados a los niños de por vida y a sus padres, por aquellos que perdieron la vida y los que continúan en la batalla contra el cáncer y la falta de medicamentos y material necesario en los hospitales para ser atendidos.
Pareciera que la 4T ha decidido ignorarlos, con todo y que desde que llegó el presidente marcó como un statement “con los niños no”, aunque a decir verdad y a casi seis años de eso, solo pensaba en los suyos, no en los nuestros y en todos.
Según datos de la RNPDNO, el Registro Nacional de personas desaparecidas y no localizadas, al año pasado se habían reportado que de 93,044 niñas, niños y adolescentes desaparecidos, no localizados o localizados, uno de cada cinco continuaba sin ser localizadas.
La 4T les ha quitado la niñez y les ha dado armas, desde hace un par de años ya habíamos visto esta reprobable acción de armar a los niños en el estado de Guerrero, y el día de ayer de nueva cuenta se oficializó la incorporación de menores a las autodefensas en la comunidad de Ayahualtempa, en el municipio de Joaquín de Herrera.
Razones podrán haber muchas, pero la más importante es que no hay NADIE que los proteja y defienda del crimen organizado.
Son niños y niñas de entre 11 y 15 años se han quedado al mando de su comunidad para que un grupo de adultos pudieran salir a buscar a una familia desaparecida desde principios de mes.
La foto tomada por Luis De la Cruz para EFE, es tan INFANTIL, tan natural y adecuadamente para cuatro niños que posan en medio de la cancha de la escuela queriendo parecer adultos y protectores, pero no lo son.
Las camisetas largas les evidencia su pequeña estatura y su reducido cuerpo. El pasamontaña y el paliacate como objetos representativos de los “grandes” que para bien o mal, esconden su identidad y les da una valentía para dañar, proteger y matar.
El primer niño o adolescente a la izquierda, con una mano en la bolsa del pantalón para sostener y hacer equilibrio entre la enorme responsabilidad que ya carga en su mano derecha.
Mira como si quisiera odiar o como si la vergüenza por estar frente a todos, lo hiciera mirar a la nada. Pero se mantiene firme y parece saber a qué va.
El segundo, con un pasamontaña hechizo, más niño que el primero, bien fajado, con su cinturón bien puesto y una imagen más formal para la nueva posición que el pueblo le acaba de brindar, pero en su rostro podemos interpretar que “está porque le dijeron que había que estar” pero es un niño. El arma es casi de su estatura, tiene que saber tomarla bien porque puede que ella le gane a él.
El tercer chiquillo, toma fuere el arma la tiene de lado como si fuera a mostrarla, pero quizá así se le acomodaba mejor. De nuevo su mirada hacia al frente, por la orden de mirar hacia esa dirección, el pantalón más largo y su mano al frente, natural y sin mucho qué hacer.
El cuarto niño es EL personaje de la imagen de cuatro niños que han sido elegidos para formar parte de las autodefensas de su comunidad. La playera larga, doblada un poco con la mochila cruzada y simular que no le queda tan grande, su paliacate gastado que quizá era de su papá, de su mamá, del abuelo o de alguien más. El más alto que todos, pero el más niño de los cuatro.
El chavito los voltea a ver para saber qué están haciendo, a quiénes están mirando, cómo sostienen el arma, cómo se paran, o qué hacen.
La bendita infancia en donde cada día se descubre algo nuevo y lo que se descubre es tan sorprendente que los hace sentir los más valientes, dichosos y afortunados.
Son niños que estarán a cargo de las mujeres allí detrás.
Los niños deberían de estar vistiendo prendas de colores, corriendo de un lado a otro mientras enseñan sus dientes, sus sonrisas y sus esperanzas.
A los niños no los deberíamos de colocar en medio de la cancha para darles responsabilidades de grandes y de malos grandes, perdón, pero a partir de ahora ellos pueden matar, quizá no con esa intención, las primeras veces, pero lo harán si es necesario. Y después del primero, el resto será parte del día a día.
La 4T le ha fallado al pueblo (como les gusta decirnos) entero. La 4T le ha fallado a la niñez sin distinción alguna.
La 4T defiende a los niños, pero solo a los hijos de quien vive en un palacio, los demás deben de aprender a defenderse por sí mismo.