Por Laura Garza
El atentado contra Donald Trump el sábado pasado en un mitin en Pensilvania fue una escena casi perfecta para los norteamericanos. ¿Cuántas películas no han producido con un momento similar?
Estados Unidos el país donde permiten la venta de armas sin ningún control, siempre ha tenido casos terroríficos de matanzas y magnicidios. Este caso hoy ha sido catalogado como un terrorismo casero.
Aunque lamentablemente un hombre de 50 años perdió la vida protegiendo a su familia, y dos hombres más resultaron heridos; el caso solo ha alzado a Donald Trump.
La fotografía donde levanta el puño, mientras agentes del servicio secreto lo rodean después de una bala que le rozó su oreja pero que le dejó tiras de sangre en el rostro, se convertirá en una escena histórica en donde la violencia y la fuerza que rodea a un personaje de Donald Trump marcará estas elecciones del 2024.
Hoy a dos días del ataque, Trump reaparece en la Convención del Partido Republicano para oficializar su candidatura a la presidencia de Estados Unidos, acompañado por el radical senador por Ohio J.D. Vance.
La imagen de Donald Trump es de quien sabe que este atentado le ha beneficiado para superar cualquier porcentaje de diferencia con Joe Biden.
El papel de víctima y de todo poderoso es el que más le gusta y con el que se siente más cómodo y se nota. Hoy flotó durante un evento a su favor, con música que le ponía el ritmo a su andar hasta llegar al escenario, una escenografía que lo elevaba.
Su mirada, su sonrisa y su postura desde que aparece en el escenario es el ejemplo de la personalidad de Donald Trump desde el día que lo conocemos.
La arrogancia, la prepotencia y el poderío que le gusta evocar están en cada una de las fotografías durante la convención.
El parche colocado en la oreja, podría ser la insignia de un triunfo adelantado.
Donald Trump hoy será llamado como un sobreviviente, un protector imbatible de Estados Unidos y uno de los máximos generadores de odio y repudio a quien no cumple con la pureza del estadounidense.
Su sonrisa y su mirada denota el cinismo de quien se siente intocable por nadie, ni por las mismas leyes de su país, ni por un terrorista que busque detenerlo.
Foto: EFE/EPA/JUSTIN LANE EPA-EFE/JUSTIN LANE EPA-EFE/JUSTIN LANE