Lo que hay que prohibir

Por Laura Garza

La Bandera Mexicana un símbolo patrio que desde pequeños nos enseñan a respetar y a ver con ojos de admiración y una extraña sensación de sumisión.

Sus colores tan verdes, blancos y rojos que se te metían por la mirada y los poros cuando aparte de todo cantabas el himno nacional. El águila allí en medio, primero mirándola con la inocencia de entender qué es lo que hace, después encontrando los símbolos correctos y finalmente logrando la composición perfecta de un símbolo de nuestra nación.

La Bandera es una especie de reliquia, un símbolo del que se ha abusado y corrompido en el mundo político. Su presencia en eventos políticos, se remitían mucho en donde aparecía el presidente; más tarde en donde estuvieran secretarios de estado, y después en eventos de instancias gubernamentales.

Ahora, a la Bandera la comenzamos a ver más en cualquier lugar y ante cualquier gente. Ya no son solo actos oficiales del Presidente, ni en las instalaciones de las diferentes Secretarías, hoy en día en cualquier evento se coloca allí al fondo del escenario. 

No es que tenga algo en contra de colocarla para representar a nuestra nación en eventos internacionales, por ejemplo, pero hoy durante este tiempo de campañas políticas, la Bandera no debería de estar en ninguno de sus eventos de cualquier candidato.

Pareciera que las campañas se han vuelto una serie de mentiras y un cinismo invaluable, los candidatos a cualquier puesto se paran frente a la gente con la frialdad y arrogancia de que al estar allí arriba con un micrófono y una designación por parte de un partido los hace “únicos e irrepetibles”.

Sobre todo los candidatos designados por el partido en el poder. Todos ellos se sienten intocables y pareciera que en el guion que a todos les entregan, van incluidas mentiras inéditas en materia de salud, economía, política y seguridad, como si hablaran de un país perfecto.

La gente hoy más que nunca está y estamos hartos de creer que ellos creen que no nos damos cuenta de sus mentiras, de sus cuentos repetidos una y otra vez en donde los mexicanos pareciera que no necesitamos nada, mas que aplaudir a quien se apodere del Palacio Nacional.

Una burla para todos los mexicanos, y una ofensa proclamarse salvadores ante un lábaro patrio como la Bandera.

Es justo lo que esta fotografía tomada por Francisco Guasco de la candidata del presidente, Claudia Sheinbaum, me hizo reflexionar sobre la inútil razón de que la Bandera les condecore sus eventos.

Ningún candidato en campaña llega a decir puras verdades y promesas a cumplir, pero en esta ocasión cuando el historial de un personaje como Sheinbaum se atreve a repetir sus propias mentiras y a mostrar su hastío por las preguntas sin resolver como la caída de la Linea 12 del metro en la Ciudad de México, como su rechazo ante mujeres violentadas, o a las madres buscadoras, los chiquitos fallecidos en la escuela Rébsamen aquél 2017, por solo decir algunas, suena a cinismo.

Ella, mucho menos, quien defiende lo indefendible, incluido a su jefe, el presidente López Obrador no debería atreverse a utilizar a nuestro lábaro patrio para engalanar sus actos de campaña. 

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