¿Quién olvida primero?

Por Laura Garza

Tras catástrofes naturales o situaciones de riesgo para los ciudadanos de cualquier estado o región, la experiencia se intensifica y se les tatúa en la memoria, el corazón y en su historia de vida. Mientras que, para los políticos y las autoridades en turno, las viven, enfrentan y terminan recordando después de su gestión, como una de sus labores, una estadística que comprueba que sí trabajó, que sí hizo, que allí estuvo.

Las distintas versiones de una misma experiencia, pueden ser tan radicales que hay quienes creen que con la ayuda humanitaria y mantener la agenda saturada, una crisis humanitaria puede tener fin.

A casi un mes del golpe de Otis a Acapulco, las historias de dolor continúan, la sed sigue siendo intensa, el hambre permanece en quienes están en las zonas más alejadas a la ciudad. La pérdida de familiares sigue doliendo y más que eso, es que hay muchos que aún mantienen la esperanza de encontrar a sus hijos, a sus sobrinos, a sus maridos, a sus nietos.

Los vientos de Otis decidieron llevarse todo, y el gobierno decidió que no había mucho qué hacer, mas que asignar un presupuesto ya asignado y correr una mínima parte del protocolo para este tipo de situaciones.

Este miércoles, familiares de pescadores y marinos que desaparecieron mientras custodiaban las embarcaciones, se reunieron para realizar una homilía en el Club de Marina del balneario de Acapulco.

Una misa, una ofrenda por quienes fallecieron y por quienes no aparecen y quizá nunca lo harán. El llanto en las mujeres y en los niños, las flores blancas y el mar de fondo. Ellos perdieron todo y una gran parte de ellos mismos. No volverán a ser los mismos, serán familias rotas donde los hijos se volvieron huérfanos, o donde los padres perdieron a sus hijos.

Al ver las fotos del fotoperiodista David Guzmán para EFE durante la Misa, me perdí en los rostros desolados, en las velas encendidas, en el llanto del niño, en pensar en quién olvida primero, si la gente con su cotidianidad y su necesidad de salir adelante, o los políticos que lo vivieron como parte de su administración.

¿Quién olvida? El que envía un decreto para terminar el estado de emergencia o los que se resguardan entre las paredes blindadas para que nadie los confronte, les grite, les exija, y quizá hasta les ninguneen. 

¿Quién olvida primero? El que ve su trabajo para salir a dar conferencias diarias, a quien obedece entre la sombra de su padre y de su jefe o los oportunistas en el camino, que hicieron un viaje express para tomarse la foto, para cargar una caja y para volver.

¿Quién olvida primero? Serán las mujeres que lloran, que se abrazan y se tapan el rostro porque el llanto las abruma.

Ojalá nadie olvide la falta de apoyo, la ausencia de humanidad, la carencia, la desolación, la carta política, las bardas pintadas, las cajas de despensa con logotipos que acabarán en la basura. 

Ojalá la gente no olvide entre las presiones de tener que sobrevivir, entre tener que re construir sus casitas y de cuidar lo poco que les quedó. Ojalá que no olviden a los hijos que desaparecieron por los vientos que nadie les avisó.

Ojalá que los que ya olvidaron primero, terminen perdiendo en poco menos de un año.

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