Por Laura Garza
Las masacres de las que hemos sido testigo a distancia nos han paralizado la conciencia y la entereza. El odio ha superado su propia descripción, la maldad ha sido rebasada y las diferencias políticas o religiosas han sido vencidas con los miles de civiles muertos.
No hemos parado de ver videos, fotografías y testimonios de quienes están cubriendo como fotoperiodistas, de civiles que se salvaron al esconderse por horas entre la tierra o en la cima de un árbol y de familiares que no pueden sostener sus cuerpos de pie por el pesar que ni usted, ni yo podemos imaginar.
La noticia con la que comenzamos el día de hoy, fue desgarradora y lacerante a la humanidad. 40 niños fueron asesinados, familias enteras en el interior de sus casas en el kibutz de Kfar, Aza.
Un kitbut son comunas económicamente autosuficientes, comunidades agrícolas en donde todo gira alrededor de ellos y en su interior. Allí nacen y crecen familias desde principios del siglo pasado.
Israelíes y extranjeros han desarrollado los kibutz y se distinguen por trabajar y defender sus tierras.
Pero hoy por la mañana la noticia fue que 70 integrantes de Hamas se metieron a esta comuna y acribillaron a todos. Mi mente recrea una escena en donde hombres que gritan y miran con odio, cometen la peor de las barbaries. Sin mirar, ni distinguir si son mujeres, hombres, niños o bebés entraron con la muerte como su eslabón, y eliminaron a todos.
Las desgarradoras narraciones de periodistas internacionales, nos dejaron la mente en blanco como un si hubiésemos recibido un golpe fuerte en la cabeza y en el corazón. ¿Dijeron bebés? ¿Dijeron decaptiados? ¿Esto es real?
Los 70 integrantes de Hamas masacraron a 40 niños. Mujeres y hombres acribillados en sus camas, en el piso, en todas partes.
Una escena que la comparan con los campos de concentración, el odio en su máxima esplendor, la maldad y la abominación por la humanidad.
En algún medio leí una declaración “Israel no puede permitir que asesinen a sus niños”, y es verdad, pero en realidad NINGÚN país puede permitirlo.
El dolor es mundial, muchos no encontrarán consuelo alguno, otros germinarán más odio, y todos y cada uno de nosotros no deberíamos de ser ajenos a una realidad preocupante en pleno siglo 21.
No hay humanidad si no la hacemos y no luchamos por defenderla a diario.
Una oración por los civiles inocentes, y sobre todo por los pequeños que fueron masacrados por hombres idiotizados sin misericordia.
(Y no, en este espacio no hay ninguna foto qué mostrar. La imagen en blanco es la paz que espero encuentren esos bebés en el cielo.)