Por Laura Garza
Las redes sociales son el escenario perfecto para esconderse detrás de una identidad falsa o de un discurso de todo aquello que en la vida real no te atreverías a decirle a nadie en su cara.
Las redes como un recurso de expresión ilimitada que solo denota el vacío en la intelectualidad y en la desinformación, por no hablar de educación y muchas veces de moral.
Las redes como el reflejo de lo podrido de una persona y después la amplitud de verlo en la sociedad. La carencia y el exceso, los caracteres limitados pero el odio sin límite.
La política nos tiene polarizados, encrespados y muy enojados. Lo que las redes nos acerca a la noticia, verdadera o falsa y a quienes nunca podríamos encontrarnos en la calle, nos provoca el grito y el insulto.
No hay político que reciba sea vitoreado en las redes sociales, ni siquiera López Obrador y sus copias. Por más que paguen a granjas de bots y contraten influencers para difundir su mensaje, existe la balanza de los que dicen lo que piensan.
Eso pasa con todos y en este periodo con Sandra Cuevas, actual alcaldesa de la delegación Cuauhtémoc de la Ciudad de México. Una alcaldesa de oposición en una de las delegaciones más grandes y fuertes en la capital, un territorio que el partido morena perdió y a toda costa quiere recuperar.
Sandra Cuevas es una mujer que le gusta sobresalir y sabe hacerlo. Es un personaje que no necesita apegarse a un discurso escrito por el asesor de moda o forzar la agenda. Ella sabe del poder de la imagen y lo sabe bien, porque con tan solo aparecer genera conversación.

Foto: Twitter
En este espacio me enfocaré a su imagen, que es lo que observo, analizo y asesoro. Usted podrá o no congeniar con su capacidad de gobernar, con sus acciones políticas o ideología, pero lo que no podrá opinar negativamente es su compromiso diario con mostrarse desde su primera actividad en la alcaldía a las seis de la mañana.
Se pone el uniforme que haya que ponerse, se monta a una moto y sale. Si hay que salirse de un evento para defender a su equipo de trabajo, lo hace.
Hace unos meses tuve la oportunidad de fotografiarla y al finalizar mi trabajo, surgió un imprevisto grave en la alcaldía, y no tardó ni 5 minutos para reunir a su equipo y salir corriendo a la zona afectada. Iba en falda de vestir y tacones, y no pensó si quiera cambiarse porque sabe que es perder tiempo valioso para actuar.
La alcaldesa ha despertado todo tipo de odios y comentarios ofensivos por parte de hombres y mujeres por su vestimenta, para muchos “ostentosa”.
Ella lo ha dicho en varias entrevistas sobre su pasado y el trabajo que le ha costado llegar hasta donde está y sobre todo su convicción de mejorar su calidad de vida con base al trabajo y la preparación.
Es curioso porque si aparece una mujer política ataviada con un huipil que habla sobre su origen indígena o humilde, la atacan. Si aparece otra mujer de otro partido que lleva toda su vida vistiendo de manera formal, es atacada por ser conservadora y clasista.
Es decir, no hay manera de que no se critique y tampoco hay manera que se les aplauda a cada personalidad. Insisto, a excepción de quienes pagan para recibir comentarios positivos, al menos en su mayoría.
Cuevas fue el fin de semana a Washington a una gira de trabajo, y fue criticada (de cualquier forma) por su manera de vestir en los eventos y después en la calle cuando eligió el rosa de pies a cabeza.
Sandra es una de las mujeres en la política mexicana que tiene tanta seguridad que sabe lo que le va bien y lo que no, ni se lo pone. Al verla en Washington podría decir que se vistió de manera adecuada para el nivel de eventos, a diferencia de todas las visitas del equipo de la 4T al gobierno estadounidense.

No hay manera que no la critiquen, como no critiquen a otros. Pero en nuestra polarización, valdría la pena valorar la imagen y cuestionar lo que sí hay que cuestionar.
La imagen de un político debería de ser elegante, sobria y apegad a su discurso. El político es quien representa a un estado o un país ante el mundo. Es quien debería de guardar respeto a su investidura y a su gente. Vestirse bien es una tarea básica de todos, no entiendo por qué debería de ser lo contrario.
Y si la crítica viene por el costo de la ropa y el uso de marcas exclusivas, habría que ver que la coherencia de los actores entre su trabajo, prioridades y el derroche. O si la crítica viene por el físico, pues ya será un tema personal a trabajar en terapia.
Hacer política incluye saberse vestir.
Sandra Cuevas podrá excederse en algunas ocasiones, pero su personalidad lo justifica. Va más allá de querer ser “imagen” y de construir una imagen que concuerda con su manera de pensar, su vida personal y profesional.
Valdría la pena hacer un balance, entre el que se viste de manera descuidada y viaja en primera clase, vive en un palacio o tiene a sus hijos estudiando en el extranjero.
Los mensajes de odio no sirven de nada. Pero hablar de coherencia, tampoco se nos da en las redes sociales.