La guerra

Por Laura Garza

Las guerras siempre han sido cuestionadas porque sobrepasan la humanidad y su capacidad de destrucción entre unos y otros, por razones que la mayoría de las veces, los civiles ni siquiera las entienden.

El odio como factor principal, la disputa del poder y la obsesión por conquistar tierra. 

Las guerras no son justas, porque mueren cientos de miles de personas que tomaban el café en casa, estudiaban en la escuela, dormían y ni cuenta se dieron que cayó una bomba justo en ellos.

Injusta porque obligan a odiarse entre sí a hombres y mujeres que ni siquiera se conocen y que nunca sabrán si pudieron ser amigos o un poco más.

La guerra ciega, embrutece y aniquila cualquier pedazo de razón.

Llevamos más de un año siendo testigos a mucha distancia de la guerra propiciada por Rusia contra Ucrania. Las imágenes de cuerpos inertes repartidos por las calles, de los sótanos con cuerpos de mujeres que fueron violadas por soldados rusos aplicadas una tras otra.  

Casas convertidas en escombro, padres llorando a sus hijos a la vista de todos y hombres disfrazados de soldados aguerridos que han aprendido a matar porque no les ha quedado opción.

Hemos sido testigos de cómo la imagen política también se ha modificado. Un presidente ucraniano que desde el día uno supo que dejar el traje y la vestimenta formal era clave para hacerse cercano a su gente, porque lo que les esperaba era brutal. 

Y así ha sido una guerra inusual en donde uno prefiere encerrarse en su palacio y el otro decide ataviarse de soldado (como todos) para salir a hacer política con las grandes potencias.

La fotografía de hoy es de un joven fotoperiodista ucraniano Oleg Petrasiuk quien trabaja para la agencia EPA de EFE y que desde que al ver que la guerra no sería corta, decidió abrir una cuenta en Instagram únicamente con el tema.  Supo que sería tema mundial y de todos los días, dividió su expertise y lo que refiere todo a imágenes crudas de dos países en conflicto. 

Foto: Oleg Petrasyuk / Instagram EPA_images

Lo que hoy vemos es a un militar ucraniano descansando sobre una escalera de un edificio en un lugar que no describen al este de Ucrania, en la región de Donetsk.

Allí en donde la mayoría de los 10mil habitantes han abandonado sus hogares y sus vidas, solo quedan casas destruidas, un montón de escombros y mascotas que vagan sin sus dueños.

El soldado encuentra un poco de luz bajo los escombros de esa escalera en ruinas. Su cuerpo vencido con la espalda desgarrada de los sonidos y las imágenes que ya su cuerpo carga para todos lados y no lo dejan en paz.

Mira al piso, pero estoy segura que ni siquiera sabe qué está viendo porque su mente corre a mucha velocidad con los rostros de miedo, las escenas de muerte, los estruendos y su propio temor. 

Oleg como muchos fotoperiodistas de guerra, caminan por las zonas de combate y entre las ruinas en silencio observando en 360 grados para disparar sus cámaras a la distancia. Componer bajo esa situación de peligro debe de ser ya un acto de sobrevivencia del propio ojo. Encontrar el encuadre y tener la suerte de que la luz coloque su belleza en medio de una escena tan dura y real. 

La mayoría de las fotos en zonas de conflicto premiadas a nivel internacional tiene que ver con la magia de la luz. Cómo ilumina los rostros de dolor, cómo le da luz a la muerte a la vida entre las ruinas y la inmensidad de la soledad. 

Este soldado ucraniano, es la representación de un país entero que camina sobre los vestigios de un lugar en donde un día hubo historias y nunca imaginaron que habrían misiles volando para acabarlos.

Si la guerra ciega por el odio y la disputa de poder, el fotógrafo debe abrir muy bien los ojos y no dejar de ver nada a su alrededor, por supervivencia y para que usted y yo podamos ver la terrible realidad del otro lado del mundo.

Fotógrafo Oleg Petrasiuk

Instagram @olegpetrasiuk_photo

EPA photos

Instagram: @epa_images

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