La pelota rosa

Por Laura Garza

El adulto sabe adaptarse a las emociones que cambian de golpe, los niños no. Los grandes defendemos nuestro espacio con fuerza física, los niños con gritos y llantos.

El día de ayer la policía en Ciudad Juárez, desalojó a migrantes venezolanos, al menos en su mayoría, que estaban en un campamento frente al Centro de Detención Migratoria, justo donde el 27 de marzo murieron 40 migrantes a causa de un incendio en su interior.

La policía mexicana migratoria pareciera que imita el comportamiento bestial de la patrulla fronteriza cuando se trata de tratar directamente con los migrantes. Podríamos decirlo con sus palabras con un mal-trato directo hacia cualquier hombre, mujer o niños de cualquier otro país.

En las imágenes del desaolojo lo que menos se ve es orden y buen trato, pareciera que llegan a quitar de golpe y con violencia lo que hay y a quienes están. 

Cada fotografía captura momentos duros y degradantes. José Luis González, fotoperiodista mexicano que cubre para la agencia internacional Reuters quien está de lleno en el tema, capta a esta chiquita y su pelota rosa.

Foto: José Luis González / Instagram @jose_luis_gonzalez_fotografia

Más de veinte guardias rodean al padre y a la niña, quienes están sentados en el piso. La pequeña los mira con asombro, en un principio inocente. Su pelota grande y rosa es su poder y el abrazo de su padre la certeza de que ninguno de esos señores le harán algo. Ella lo tiene todo. 

Pero después todo se descontrola, vienen empujones y el espacio se acorta. Ya no está sentada y no puede quedarse en el piso frente a tantos uniformados de color azul que gritan y se empujan frente a su papá. 

Ahora el brazo del padre la carga, la sostiene, la mantiene pegada a su cuerpo porque es suya y la protegerá de todos los que les gritan y les humillan.  Es lo más parecido a su pelota rosa. 

Foto: José Luis González / Instagram @jose_luis_gonzalez_fotografia

Ella ya no los ve con asombro, su mirada ha cambiado a miedo, angustia. Sus emociones cambiaron radicalmente porque le quitaron su espacio y también le corroe el pavor de que le quiten su pelota rosa, por eso la levanta. Es suya, es su poder, es su juguete.

La escena me parece tan dantesca, que la pelota rosa es quien nos aterriza que en medio de todos, hay un pequeño ser que sabe que su pelota rosa es la misma y tiene sus mismos poderes de este lado que del otro. Que no entiende de fronteras o de por qué le llaman migrante, si seguramente ella tiene un nombre, al igual que su papá.

La pelota rosa que se mira igual de aquí pa´llá y de allá pa´cá, nos salva de no perdernos en la marea azul de adultos que solo buscan pelear, humillar y violentar su propia humanidad.

La verdad es que esta imagen viene a recordarnos que la niñez nos salva de la rigidez de ser adultos, como esa pelota rosa a la niña que siente que se la quitarán y entonces sí, se le acaba todo.

Foto: José Luis González

Instagram @jose_luis_gonzalez_fotografia

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